martes, 28 de mayo de 2013

El Jazz lo alivia todo.

Elizabeth Shepherd en la sala Julián Carrillo, foto por Julio Bravo.



Jazzoom.

por Julio Bravo.




Deleite: fiesta en los sentidos… sin utilizar la pregunta abierta, el objetivo acerca la distancia. Cómo introducimos la alegría en el ingenio, sobre todo cuando la rutina y el padecer intentan tragarnos al primer bocado. Comenzar así y no de otra forma es como me gusta. Nunca he sido partidario firme de la lógica, disolverme en los caminos, contrariar el sendero es logro singular. Atisbos y condiciones; el primer plano es una situación diminuta, dimensionada, la brújula en la alteración de sus flechas. El escurrimiento nasal procede de retardadas distorsiones.

Contra bajista, impecable ejecución. Foto por Julio Bravo.
Quien escribe para aminorar la quietud, de esa agua estancada del edificio gris, establece los coloquios de la improvisación. La sociedad enferma y cura al hombre, a la mujer. Sobre el regazo, ni la fortuna ni la saciedad deciden sentarse. Recuerdo que tenía tos con espasmos de frío, recuerdo que la noche caía a plomo. Vale creerse esta dispersión de ideas, pues el alivio salta en las montañas rocosas de la salud. También la suertecilla pisa con huellas felinas, todo al final se fríe en el mismo sartén.

Cantando suave, foto por Julio Bravo.
Atravesada, encima del discurso la palabra clave. Hablamos de jazz, enfermedad y solución soluble. Etiopía con nueve vagones, la espera con música de fondo. Pronunciábamos que la suerte es aliada sin fines de lucro, ella sabe amamantar el desconsuelo… embellece esos días encapsulados con arena de hastió. Sobre las sillas de la Sala Julián Carrillo el único pensamiento reza: “el jazz lo apacigua todo”. Mientras en el cristal helado de la calle dice: Ya no hay cupo. Elizabeth Shepherd emergió de la sombra, cálida y sonriente, vestido y tacones rojos, cabello liso. Saetas sin dirección en el preludio del concierto, sincopas que iban del disco a la rumba, esa variación cortada sin que el oído se de cuenta, la música es una serie afortunada de motivos, métodos que saben acentuar las emociones. El palpitar de la boca es una cuenta extraña, que cruza que parte. Todos se entienden, se miran contentos están practicando su mundo sonoro.

El baterista improvisando magnifico. Foto por Julio Bravo.

Ella: delicado torrente de la consonancia, no apareció de súbito, su pasado no fue tan justo, “nunca lo es”. Considera que el Hip Hop de los noventas fortaleció su espíritu artístico, el House también le agrada y, señala que tras diez años de ser mesera pago su universidad (porque en Canadá no es gratis), modestia aparte sería decir que, muchas de sus composiciones se fincan sobre la experiencia y la observación, con una comunión extraña, que entrelaza lo social con lo fraternal, es decir que, tenemos una compositora capaz de inmiscuirse afuera, sin olvidar su adentro. Canciones dedicadas al sector marginado, precisamente a una indigente, tanto elaboraciones más carnales como escribir una canción para ese amigo que piensa terminar con todo. La interiorización de la señorita Shepherd provoca que su Jazz resulte más que atractivo.

Elizabeth se lleva el abrazo entero de México, foto por Julio Bravo.


Para los procesos del bienestar, hace falta salir al aire, alejarse un tanto de casa, apreciar la luna. Imitar esa agua enamorada de sí misma como decía Alfonso.  

miércoles, 15 de mayo de 2013

Siempre feministas.

La mesa de Misógino feminista, foto por Julio Bravo.


Musical del delirio. 

por Julio Bravo.


Inflamados gatos escogiendo muros: la vez pasada sobrevino un choque de noches, si -el accidente ocurrió a oscuras; penetraba el árbol al cuerpo- la evidencia: holograma de Jaguar, se advierte como una visión que se procesa así misma, juego de ojos en un lupanar. Digo que hace dos noches fueron una sola, división arcana; evangelio incisivo. Caminé bajo una frazada vikinga, tendido de brazos de gladiolas, el aire impregnaba un olor azafranado. La verdad de todo no es precisa, ni los montones de escarabajos que siembran pistache. Ni los cachos de recuerdos huidizos, hilo de ramas. Surgía el evento, mientras unos viejos silbaban cometas de lo invisible. Cimbró la canasta cascabeles y tras tres horas de reposo, los harapos del entendimiento se disolvieron.

La presencia masculina José Luis Ibáñez, foto por Julio Bravo.
Aventuras sonríe Raúl, Elena responde con miradas que atraviesan lo solido, regresan como tornados, son los desparpajos de una memoria laxa. Poesía experimental y días de tedio. Paseo de parques y coches, voz abierta al tímpano, sombra aliteración de luces… Carlota arrancada del teatro, es mi vagar indeciso en conjunción. Pero lo poco que va marcando se narra en yuxtaposiciones. La casa de Villaurrutia sobre los ríos circulares de Rosario, ahí en el fondo; inacabable progresión de soledad. Allá los invitados rebotan en cojines de quetzal. Pretender algún asunto como equilibrio, una sola noche repartida, precisión de escuadras.  

Sandra Lorenzano, foto por Julio Bravo.
La necedad de la lógica, pone por partida la evolución del diálogo. Apretando el recuerdo subo las escaleras, visillos y piel de retinas, rumores de pasadizos. Cruzando la puerta el silencio se completa. Misógino, feminista, Monsiváis y el humor de la dama. Marta Lamas ejerce la reunión, dispone y prepara los textos de Carlos Monsiváis, -amigo cercano-, estos relacionados con la mujer, escritos que muestran la admiración de artistas y pensadoras, que van aportando ideas al feminismo, utilizando críticas y defendiendo la labor de redención en las mujeres. Conciencia nacional y pulso crítico de un país pronunciaban los labios de Poniatowska hablando de Monsiváis.

Elena Poniatiowska, foto por Julio Bravo.
Entonces ya estrujada la reminiscencia, entiendo el amor a los gatos, esa extraña simpatía entre animal y escritor, Carlos dirige sobre toda plástica que la poesía es último y primer lenguaje del hombre en civilización. El desgaste poético y su olvido, termina nublando la lengua, la sociedad cada día pierde la riqueza de las palabras para adaptarse siempre, al discurso más somero de su creatividad en el léxico.

Marta Lamas selección y prologo del libro "Misógino feminista", foto por Julio Bravo.