lunes, 27 de enero de 2014

Encuentro de poetas.

Raúl Renán poeta, foto por Julio Bravo.

Entre poetas y el limbo.
por Julio Bravo.

Siempre el fondo… siempre; y es el lucido ropaje que atañe la poesía, corre en sus tantas voces y abre hacia el aire con flecha; hace batir consigo misma a todos los cuervos que lleva dentro. El encuentro con el autor y su voz se enajena de versos que rompen al salir por la boca. En manos de ella, dejamos que el alumbramiento ejerza su expectativa. Se goza a plenitud de un mundo poético, en cada nombramiento se fragua el idilio entre poeta y poema. Aquí es cuando interviene la fonética y el ritmo, esa persecución de tonalidades imaginativas, a la alza de quebrar el cielo.

Miguel Santos poeta, foto por Julio Bravo.
Hunde la mano socavada al silencio, del ramo extiende su fruta. El devenir de la poesía en sus cantaros todos, de río de estanque; trasminada lengua de aluvión y ventisca. Crease uno habitado del tártaro en los rincones sin ruido y lodazal. Las invenciones más bellas no fecundan en avistamientos de águila, el avejentado deseo de la lumbre. Oberturas en apéndice, lápiz, pluma insinuando la blanca garra del titanio. Bebedor rebelde, donde queda la hechura del que lo reside en absoluto. La democracia va por un juego de naipes, trazos al filo alargado de la vista. 

Pensaban esto una corrida de toros, los fermentados caballos de la noche, evocamos el canto poético como función ditirámbica, porque siempre recuerdo que Renán dice: “el poeta se vive todos los días”. Entregados a la atmósfera del placer especulativo, presenciaban el discurso de las voces… esas bocas de la mar y la trifulca. Entre sus nombres los racimos, de la semilla espontanea de su timbre.

La poesía es su río. Foto por Julio Bravo.
Es malabar por igual influirse del decir del poeta, acá en el centro de creación de Xavier, sucede aquello que sólo la poesía recepta. En duros envases de mística tectónica. Un encuentro de edades procura solturas del encuadre. Enardecido al delirio, uno estremece su poeta universal, y el otro inmiscuye su poeta nacional, los dos preocupándose por el dialogo inverosímil del cadalso. Es mi intromisión por la perdida del ojo, avispa que desciende de sigilos y abrochadura. Termine de carnaval la moldura que ha puesto el empeine.

De la mano a la palabra. Foto por Julio Bravo.

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