martes, 15 de octubre de 2019

Después del incendio de los libros.

Catedral y Feria del libro del Zócalo.
Texto y fotografía por Julio Bravo.

La de FERIAS; la de LIBROS. La que aparece en éste lado del escrito. Como cruzar la Luna a través de un rayo y montado en su cresta hacemos hueco y pasadizo. Escribir es tragarse el eco taladrando la roca; ladrando a esa noche espectral de páginas blancas con mancha de texto, para encontrar el lugar donde las letras se sitúen como el significado de nuestra existencia.

Redondillas de sor Juana Inés, un mini libro editado por María Amor de Librosamplaedos.

Así, en aquel lugar Uno y el Otro se rebuscan entre libros, se complacen locos de mirar la puesta de títulos y portadas, entre mesas y repisas; porque también apostar por la lectura es SIEMPRE una apuesta por el Rock and Roll. Es un desacato contra la ignorancia; una pugna que no recule, que sí, implosiona. Pues leer ya se gritó y se escribió en aerosoles en los muros como una mentira: leer es para burgueses. Sin embargo, afuera, en la periferia que da cuadratura a la plancha de carpas de La feria del libro del Zócalo, no se ven ni limusinas esperando a algún ricachón pendenciero comprar una docena de ejemplares de las obras completas de Voltaire, ni siquiera alguna fifí que con desfachatez, pretenda ir contoneando las caderas con un par de bolsas en cada brazo distinguiendo la insignia de alguna editorial de precios elevados… Entonces aquella máxima de aullido que pego fuego a la librería no es más que anarquismo de propaganda mediocre, de cerebros torpes con ideales consumidos; escándalo de encapuchados que quizá no conozcan las ideas de Gajo Petrovic´, y ni por mera curiosidad leyeron las obras de Revueltas.

Siglo XXI editores.
Leer, es un orgullo de los despojados del alma y nada tiene que ver con un privilegio de los ricos. Leer para los deseosos de la excelsitud del espíritu, deviene de la proeza de llamar caro a la humildad de conocer; de saber si la materia y psique que es nuestros corpus, tenga o no, otros límites además de entre los sociales, económicos y religiosos que cosas MÁS arcanas y visibles condicionan nuestro vivir día a día.

Novedad de Ediciones Periféricas éste 2019.

No se confunda apreciable lector, bella lectora. Todos quienes forman parte del mundo de la edición y venta de libros, son personas a la par de los héroes. Su empresa es egregia, cautelosa y para nada petulante. Su trabajo es silencioso y detrás de las cámaras, en ocasiones resulta despreciable, para los que no conocen ni un gramo el arte de maquetar una obra. Las pláticas que hay que entroncar con un autor de inmensurable prestigio para publicar bajo un sello apenas reconocido. Las miles de veces de salir con el optimismo de quien toma terapia de empoderamiento, y llegar a la presentación con poco menos que una veintena de libros, para sólo vender cinco ejemplares del autor que toda una noche práctico con antelación su firma y su sonrisa.

Impedimenta y Pepitas de calabaza desde la distribución de Sexto piso.
Aun así, nada se compara a la sensación exquisita de recomendar un libro que se ha leído hasta cerrar su tapa, a ese otro hermano que es lector final. Nada se reduce, cuando con todo empeño la hazaña de llenar las estanterías con los autores clásicos y contemporáneos va teniendo resultado al evocar la frase mágica de “me lo llevo”. Hagamos justicia al abrir las hojas y leamos, no suceda en nuestra piel y consciencia configurar una coraza para impedir que el pensamiento de una poeta, de un filósofo nos trastoque por completo. Hallar la amistad entre los cuentos, descubrir el amor en una novela; respirar lo fecundo en un ensayo, dispóngase la lectura como un ejercicio de atletas.

Ediciones Simiente incorpora a su catálogo al escritor Mario Bellatin.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Domingo de jazz y carne asada.

Con la mirada puesta en el infinito de los asistentes. Foto Julio Bravo.

CENART Jazz 

Julio Bravo

Todo comienzo es una impronta de la dificultad; de preparar un esquema ajustable a los parangones del inicio. Es decir, del “buen comenzar”, sí: las primeras líneas son la punta de lanza para flechar al lector, lectora o híbrido que ande husmeando tras las letras de la Pantera.


Esa complicidad de la mirada, para prevenir un cambio de ritmo. Foto Julio Bravo.

Pues sin más, abordamos con pasos ligeros hacia el Centro Nacional de las Artes. Primero cruzamos el hoyo citadino para colocarnos del lado norte de Tlalpan, e ir a la inversa de los automóviles. Cantos de pájaro en un día de sol, tan amarillo y caluroso, que sólo por la ráfaga fresca de esa tarde, uno no deseaba estar en la alberca con una tizana fría. Sin embargo, frenamos el camino, debido a la sed; a las ganas tantas de hacerse a la sombra, de un abedul, un ciprés, por lo menos de un arbusto frondoso. Así, sentamos las piernas y el espíritu reposo, bebimos agua de limón y reíamos alternando bromas, comentarios en un discurso absurdo del estar quieto por un rato. Levantamos la corporalidad toda y devueltos a la marcha, hacia los edificios naranjas y morados, perseguimos la ruta de los olores y en un abrir y cerrar de ventanas oculares; estábamos apoltronados, utilizando de abanico la carta del restaurante, éste lugar era, nada majestuoso y sí con un toque de espacio encantador, es decir, se mostraba regio, como si lo hubieran cortado de tajo desde Monterrey y puesto aquí: como una vulgar copia y pega… aun así, la comida que solicitamos llego rápido: frijoles charros humeantes, carne asada con papas y un molcajete de pollo con queso fundido…, tortillas hechas a mano. Tan pronto como este relato, las barrigas se inflaron junto con la pereza que provoca el terminar de comer. Entonces el que sigue la lectura, se preguntará, ¿cuándo aparece el jazz?

Técnica de golpe y movimiento de muñeca en la batería. Foto Julio Bravo.

Aquí, a bote pronto, dándole vuelta a la siguiente esquina, se descifra un alto monolito robusto con ventanas como cajas donde podrían guardarse botones, hilos… galletas y broches para adornar la vieja chamarra de cuero que usábamos cuando adolescentes; pretendiendo demostrar que había rebeldía sobre las espaldas, de frente en el pecho, para confrontar al mundo con los ideales negros de piel y cierre en plata.

Las esferas creando sonidos desde el alma del instrumentista. Foto Julio Bravo.

Y un verde deslumbrante nos recibió, filas de caminantes escuchando ya, la sonoridad de los instrumentos, saltos de emoción pues la vibra de los músicos contagiaba de inmediato para bailar, para mover la cabeza al ritmo desafiante de cuatro hombres con sus cuatro instrumentos: Hi5 minimal jazz chamber music, es un cuarteto austriaco que combina la música de cámara con un jazz minimalista; esto se entiende sólo poniendo atención en la ejecución de cada instrumental que interpretan. Son sin lugar a dudas, “músicos atmosféricos”, crean a base de repeticiones y enlaces de armonía un sonido singular, que entregan al público como una fuente de sensaciones inagotable, son también efímeros, pues acostumbrados, los oyentes del jazz a instrumentales de larga duración, los chicos de Hi5… prefieren ser breves y bien construidos para conseguir una música que mantenga la lógica de los páramos sonoros que edifican con la guitarra, el bajo, la batería y la marimba, esta última de uso raro en este tipo de agrupaciones jazzísticas. Contentos con la aprobación de la gente que visitó el césped del CENART, tocaron al final dos piezas más, se les miraba frescos, re encontrados con su propio arte, como si aquello que sucedía entre las cinco y seis de una tarde de domingo, fuera el desafió de verse por vez primera en el escenario. Fugaz y entretenido fue el concierto de la banda Hi5… que desde Austria llegaron a tocar en México.


viernes, 8 de febrero de 2019

Las escritoras malditas de la literatura universal.

Evaporadas, la obra más reciente de la escritora Eve Gil. Foto por Julio Bravo.


Difuminarse en presente 


Julio Bravo 



Cuando se comienza a escribir, ¿qué proceso alquímico se suscita en el alma y el cuerpo? Quiero pensar así, en los estados alterados de la materia y el ser como métodos de transformación. Es decir, si yo deseo convertir en humo lírico el inicio de mi escrito, a qué voluntad calórica debo precipitar mi pluma. 

¡He, aquí!, que los elementos aparecen (CALOR) brasas del fuego interno inician la escritura.

Nunca ha sido mi estilo comenzar por desgranar la palabra desde su etimología; eso sucede porque yo carezco de tan preciosa virtud. Prefiero, tal gusto, dejar que sea pulcra tarea de filólogos; puesto que en mí, me parece hipocresía hacer creer al lector que tengo pleno conocimiento de las raíces lingüísticas de cada vocablo. Desde luego, para esta entrega textual sí pretendo, ahondar un poco, en el término que utiliza la escritora sonorense Eve Gil en su libro: Evaporadas las chicas malas de la literatura

Evaporar: procede del latín, evaporaré. Para una sentencia práctica esto significa, convertir en vapor un líquido. De la misma forma, podemos incluir en la interpretación; desvanecer, fugarse y todo aquel concepto de volátil. Sin perder ruta, me encantaría añadir que en mi búsqueda por desentrañar la palabra, y por supuesto, ¿cuál es el vínculo con el que la autora nombra su libro? La sorpresa no se hace esperar.

Eve Gil, hace un retrato íntimo de cada una de las autoras. Foto por Julio Bravo.


Por conocimiento del Diccionario de la lengua española en su vigésima segunda edición 2001, al consultar la palabra vapor, nos encontramos con lo ya repetido antes; éste se representa como un fluido gaseoso que contiene temperatura. Es ahí, donde sucede lo invisible-maravilloso, lo que es igual a dilucidar aquella irradiación de calor que surge cuando se desborda el brío por escribir. 

Ahora bien, lo curioso se empecina por propagar la llama y así los vapores del entendimiento suben y hacen visible la fumarola. Dentro del mismo diccionario, nos apunta que, en Cuba, el vapor es explicado como un sentimiento de cólera, enfado, irritación. Quedémonos entonces, con esta idea del ofuscamiento, así entrelazaremos mi diagnóstico de la lectura de los ensayos biográficos sobre escritoras de Eve Gil. 

Agreguemos, para mayor profundidad literaria que en un último referente, el diccionario nos comenta que la visión de la antigüedad de los vapores devenía a provocar en la humanidad accesos histéricos e hipocondríacos. Es aquí, donde se tiende el puente entre la lectura y las ideas. Mucho de lo que Eve Gil revela de la vida y obra de las escritoras malditas, como yo las llamo, procede de éste concepto de evaporación (quizá sólo sea mi percepción instantánea), y es verdad, hay un místico encanto que me provoca dicha expresión. Puesto que podemos formular varias hipótesis, en torno a ello (evaporadas). En un primer atisbo, tenemos que la mayoría de las escritoras deseaban eso; sentirse disueltas en la literatura, ya sea porque no confiaran en su labor literaria, ya porque se sintieran minimizadas, ya por complejos y decepciones propias de la vida. Otro análisis sugerente, está emparentado con el del ardor que evaporiza; unas cuantas escritoras sentían el entusiasmo de ir en contra de la normativa social, incluso, aquel humo de su hoguera era ir a contra corriente de sí mismas. Uno más y en el que valdría hacer un paréntesis exclusivo, porque se presta para hacer un hermoso juego de letras, es que son EVA-PORADAS, lo que queda ilustrado como las Evas que han tomado la escritura universal con una voz de mujer para romper el canon literario del machismo y evanescerse como una estrategia dentro del mundo de la literatura confeccionada por hombres. Cito a la autora:

Lo que las emparenta a todas, sin excepción, es su condición “bovaresca”; la necesidad de evadirse a través de la escritura y la literatura… (…el acto supremo de la rebeldía: la inmolación). 

La autora sonorense Eve Gil. Foto cortesía de la escritora.


En estas palabras de Eve Gil, no sólo se configura una pista a seguir, y el terreno se allana para una comodidad comprensiva; semejante hallazgo aumenta el valor de la fuerza literaria de cada una de las autoras. Vamos a servirnos de los calores en ebullición de la creatividad y subrayemos dos palabras, evadirse e inmolación, son estas los referentes más clarificados en los que la palabra evaporadas tiene su máxima indagación. Porque no, acudir a otra imagen de una de las poetas más significativas de nuestra literatura nacional: 


salgan signos a la boca 

de lo que el corazón arde, 

que nadie creerá el incendio 

si el humo no da señales. 


Esta angelical voz de sor Juana Inés de la Cruz, es un coqueteo como una prístina llave que abre todos los cerrojos del enigma. En las alturas de la poesía de sor Juana este carácter rebelde es similar al de las escritoras malditas, pues si la combustión interna no se propaga fuera de sí, poco interés suscitara el fuego. Pocos creerán que hay un incendio intrínseco que no sólo desea propagarse inmisericorde, sino que, pretende intensificar para ser presenciado por los ojos del mundo. 

Después de que brasas y hoguera dejen de irradiar las condiciones flamígeras de la insurrección textual. Hagamos sitio, para otro rojo sueño incandescente que se suscita como un personaje más, y éste es, sin más ni menos, que nuestro país. Cómo y de qué manera, nuestra tierra rebelde y encarecida por sus bellezas naturales se convierte para unos, en la ilusión máxima de vida. Algunas autoras que Eve Gil describe con temperamento de cuentista, encontraron en México un lugar para bien morir; hallaron un cómplice, aquel páramo único, donde ellas, autoras excelentes, depositaron su alma para crear, para sentirse libres o, por lo menos, para olvidar la mortificación que día a día desgastaba la substancia de vivir reprimiendo la autenticidad de ser uno misma. 

Un lazo secreto se pondera en un punto geográfico, lo magnifica. Así lo que en literatura conocemos como atmósfera narrativa, se convierte en un personaje principal y tan vital, que por más que potencias como Estados Unidos de Norteamérica y xenófobos mundiales, intenten vez con vez, evaporar a México y toda América latina, jamás lo van a lograr. Las escritoras, humanas y sensibles; bipolares y adictas; tan echas de carne como cualquiera de nosotros. Provocan en mí satisfacción, y ahora, en quien el impulso lo invite a leer la obra de Eve Gil, sentirá orgullo por nuestra amada patria tricolor. Y una dicha benévola por descubrir autoras que en su momento fueron ocultadas de la literatura por el hombre.