martes, 25 de diciembre de 2012

Periodismo Cultural.

Javier Aranda Luna, foto por Julio Bravo.



Destinados a creer en la historia. 

por Julio Bravo. 

Aquello que vive feliz en la memoria, es lo que siempre vale la pena resguardar, recordarlo. Lo que quiebra la brevedad del instante y en solida forma termina conquistando un tiempo infinito. Pero también lo que no vale, es pertinente recordarlo. El despojo no sirve de nada, sin antes haber localizado su falta de valor. Lo inesperado tenemos que esperarlo, el tener los ojos abiertos, nunca es indicio estable de que estaremos ahí para presenciar el hecho que hará historia, a veces caminar con un delgado velo en el rostro, nos permitirá vislumbrar algo que no es visto por otros, causará su gran revelación.


La mesa y los participantes, foto por Julio Bravo.
Así, ha llegado como fatalidad o fortuna a mis manos un libro que despierta la causalidad, o debería afirmar seguramente, la justificación. Como llegara la providencia a las puertas de Jerusalén, llegó a mí el primer tomo de México: 200 años de periodismo cultural, las circunstancias ante esto, siempre aparecen misteriosas. Una generosa maquina del tiempo; un inmenso logro de la evolución es el libro. Partamos del azar: en la pasada feria del libro del zócalo, en el Tercer Coloquio Hispanoamericano de Periodismo Cultural del Zócalo se ofreció al público presente, el estado de salud del periodismo cultural en el país. Gracias a esto conseguí las dos memorias pasadas, que son las participaciones escritas de los ponentes, en las que formulan sus ideas y sus opiniones acerca del tema en cuestión.

La alegre labor de cada día, foto por Julio Bravo.
No pretendo asumirme como un fotoreportero, un periodista, un crítico. Lo que creo es que sólo soy un simple poeta que vive una larga sequía La realidad es que ahora mismo, me es difícil congregar las ideas, para generan un texto agradable y justo para los lectores. Confirmo que al terminar las lecturas de estos meses, he caído en la cuenta de que tengo muchas afinidades con algunos escritores y periodistas. Que al relatar sus experiencias, me he visto en similares situaciones, abogo por las mismas faltas de seriedad y de carencia de los que día con día buscan la nota cultural. 

Escuchando a la gente, foto por Julio Bravo.
Entremos en reflexión, si bien espacios y suplementos se reducen constantemente. Los periódicos fusionan secciones de cultura con secciones de espectáculos. Programas de radio como En Busca del Cuento Perdido con Sandra Lorenzano, transmitido por el IMER junto con la Universidad del Claustro de sor Juana cuenta con escasos veinticinco minutos de literatura que se transforman en un suspiro, en televisión Retomando a: con Javier Aranda Luna, donde predominan retransmisiones de programas culturales del pasado, en pos de reformular sus contenidos, con su única aparición sabatina de capítulos seriados, y por si fuera poco, transmitido diariamente por Foro tv a las dos quince de la madrugada, es de esperar que cada vez se aprecie menos interés en la labor artística entre la población. No es bueno, asumir el estigma de que este tipo de información no les llegue, no sepan cómo buscarla, o pasen por ella sin darse cuenta, no. Es porque, lo que nosotros generamos no es de interés suyo, nadie es culpable, pero sí podemos hacer algo al respecto. En ocasiones olvidamos lo más básico, que es, invertir actos en ganar la confianza del público, hacerles sentirse parte de lo que nosotros difundimos y disfrutamos. Ahora es cuando no deben existir limites, la imaginación debe ser puesta como primer obligación para construir un texto llamativo; en cualquier representación artística es necesario asumir que la imaginación debe de imperar, la astucia con inteligencia en todo contenido logrará que algo se convierta en historia. Contar una buena historia es importante para el escritor como para el lector, no es bueno subestimar a los demás, ni a sí mismo, se escribe para uno como se escribe para todos, siendo reales.  

                                                  Somos memoria, foto por Julio Bravo.

La estabilidad de la cultura depende de los comunicadores y los creadores, unir la fuerza de trabajo con el alma que es el público, para hacerles llegar la nota, el artículo, la reseña, la fotografía y todas esas cosas que sí esperan ver, ya sea impreso o por la red, lo significativo es estar ahí. Y qué más da, si somos de a pie, el hallazgo está claro y no se encuentra en un mundo cerrado, para encontrarlo basta con andar tras él, ser variables, buenos observadores es lo preciso. Como si se fuera un cazador de la cultura. La memoria se preserva cuando ha sido bien documentada. 
La importante opinión de los otros, foto por Julio Bravo.

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