jueves, 21 de marzo de 2013

Día de la mujer.

Desesperación. Foto por Julio Bravo.


Entre las mujeres, ¡muy dichoso soy! 

por Julio Bravo.



Me arrojo, suelto los brazos y son aire; desprendo del piso los pies, vuelan embarcaciones avanzando como péndulo. La visión de mis corneas está partida, por un lado: La Casa Maha y por el otro: Un banquete con tres mujeres. 

El límite de la narración no es preciso entenderlo, ¿para qué? Me gusta creer que la sospecha es iniciación, camino elevado, prefiero subir y descender. Tomar rutas, en las que nunca se sepa hacia dónde se va.

Cantautora Osa Rocker, foto por Julio Bravo.
EL OJO DERECHO

En el ojo derecho se atisba un individuo, gira en la primera esquina, se aproxima. La mascada nublada de la tarde es un pregón de vicisitudes artísticas. Cada vez más adentro… los muros de la casa vuelven a derribarse, otra vez las tablas se levantan, la madera cruje y se encaja en ella misma. Las paredes que caen siguen su destino, dan espacio; los rincones se convierten en otros rincones. Pasillos grandes y pequeños; callejones que atrincheran libros. Las cabezas que olvidaron el sombrero y, estos que boca a bajo han decidido perpetuar la vida. Ya sentado el hombre en la rustica sala, el espectáculo inicia.

Líe Sam también cantautora, foto por Julio Bravo.
Desenvueltas las horas en cantos de mujer, poesía y ritmo. La mutación del cuerpo, una fachada hiperbólica en la actuación femenina. Oscuridad y luces, permiten que la ironía, instigue a los hombres de que su papel en el mundo no expira pero padece como punzadas estomacales. Gritos, movimiento. A la sazón la hembra interpreta al hombre, se busca en él, igualdad, justicia. Réproba que se siga manipulando el puesto de la mujer, ella satiriza, quiebra el rostro-espejo del macho. En la casa del arte, la mujer crea su escenario, su pertinencia.

Un poema en un celular. Foto por Julio Bravo.


EN EL OJO IZQUIERDO. 

En el ojo izquierdo el individuo, se ve a sí mismo sentado en el centro de la chimenea, la cual alberga un fuego moderado y rubio. Lo cierran en triangulo misteriosas mujeres. La platica campanea entre tazas y platitos; infusiones aromáticas de salvaje procedencia, suculentos agasajos, donde el mordisqueo es carne rubicunda, jugosa. Palabra con palabra saborean la reunión, y las confrontaciones entre sexos no tienen habitación de huéspedes.


Desolación. Foto por Julio Bravo.
Candor y vigilia, cuatro simpáticos conversando en la nadería del todo. Resaltan ocurrencias en la vastedad de lo muy poco. El hombre disimulando pregunta ¿es la vida escribir? La señora Esquivel deja la taza sobre la mesa, sacude las migajas de sus manos y responde: “La vida no se sustituye con la literatura ni la literatura con la vida. Sólo quien pretende negar una a través de la otra cae en una contradicción… Sin embargo yo escribo.” Finalmente –aguarda el hombre el silencio de todas- el acto de escribir, al mismo tiempo es el acto de vivir. Deseo yo creer, desde luego que, si ésta institución gemela de cada ser humano, fuera puesta en práctica. La mayoría de nosotros, –para no caer en generalizaciones-, deberá reescribir su vida, concluyo que no hay, entonces, espacio para el olvido, no se debe olvidar la historia universal, ni mucho menos la personal. Ikram cruza las piernas, ensancha los ojos; humedece la sandia que es su boca: “La historia… da voz al tumulto. No es una simple lectura del mundo. Contemplar no es comprender, mirar no es ver, ver no es saber.” Enfrascado en el centro, siempre se puede uno dirigir a donde plazca. Entiendo a Ikram, es lo mismo decir que, no es suficiente con “vivir-escribir” para dar memoria de algo. En ocasiones la razón sobra y el motivo es suficiente, pero ya nada incita a cuestionarse. Inés salta de su silla, se dirige a las brasas de flama tierna, con la cara toda iluminada, versa: “¡Oh siglo desdichado y desvalido/ en que todo lo hallamos ya servido!, / pues que no hay voz, equívoco ni frase, / que por común no pase.” Los ensanchados ojos de Ikram brotan de aguas cristalinas y agrega al juicio de Inés: “El sentido común no piensa, sólo traduce sus necesidades. Es para toda ciencia el primer obstáculo que hay que vencer.” Otra vez Inés toma asiento, enderezada sobre la silla toma un libro lo besa y dice: “Y es que donde no piensa el que es más vivo, / salta el comparativo; / y si alguno dijere que es grosera/ una comparación de esta manera, / respóndame la Musa más ufana…” Responderé a favor de todos y todas, ya puedo imaginarme qué tanto servirán tan ilustres sentencias. Y es más cercano ahora que un nuevo ser pise la tierra, un hombre sensato. Servido ya el chocolate que preparo la señora Esquivel, esta despide la reunión con sus palabras que son pájaros: “El hombre nuevo es aquel que consigue reintegrar a su vida el pasado y las enseñanzas del pasado, los sabores perdidos, la música que olvidamos, las caras de los abuelos, los gestos de los muertos… El hombre nuevo es el que lee en la vida y que lee la vida, que lee la literatura y vive la literatura…” Las miro a todas y, en todas trato de hacer espejo, pero únicamente somos pedacitos similares de nosotros mismos, y eso me agrada aún más. Sonreímos y bebemos dichoso entre las mujeres me siento.

Presentación teatral de Las Ubarry, foto por Julio Bravo.

Nota:
Las citas fueron sacadas de sus respectivos libros, para adornar esta alegoría de la reunión.

Antaki, Ikram. En el banquete de Platón Ciencia. Editorial Joaquín Mortiz, editorial planeta mexicana. 1997. pp. 9-10.
De la Cruz. sor Juana Inés. Obra poética-Los empeños de una casa. Ediciones Ateneo. 1962. pp. 16-22.

Esquivel, Laura. Íntimas suculencias Tratado filosófico de cocina. Santillana Punto de lectura. 2012. pp. 11-12.



jueves, 7 de marzo de 2013

Cristal de Azúcar.

Trío de poetas. Foto por Julio Bravo.

La poesía es un remedio. 

por Julio Bravo.

El obituario silencioso; dispendio de memorias a contra luz. Y todo es permitido en el arrebato de la poesía, ese ir y regresar catapultando lo que fuimos, lo que somos. Pertenencia de mares e incendios que no vacilan, petrifican el instante.

Dana Gelinas. Foto por Julio Bravo.

Zafra: vieja población medieval de España.  Zafra: caña de azúcar cortada por manos campesinas. Hoy Zafra ya no es ni tierra ni caña, es la cristalización poética, nostalgia endulzada; consuelo de voces hermanadas. Zafra es un libro de poesía editado por Ediciones Fósforo 2012, escrito por Jorge Vega (Colima 1966).  Esta obra constituye en proporciones decorosas que, la brevedad es un cúmulo del ayer y del presente. En el que un rito desaforado arde en la continuidad de la crisis. Donde la poesía es el único [re]medio para la reconciliación y el estado de paz. 

Jorge Vega. Foto por Julio Bravo.

Es natural que Jorge Vega realice el viaje intrínseco, entre cañaverales, laderas donde el escabroso abrazo del pasado nos acomete. El tiempo de reunir acontecimientos y darles libertad llega, indudablemente, -como dice el poeta- cuando la cuestión tilda las emociones. El poeta aborda su memoria, escribe para ser mejor persona. Como cuando fue niño y pretendía aventarse al fuego. También con Zafra logra incendiarse en la elegancia de las palabras, de lo preciso en la percepción del hombre y el infante que lo acompañan en sus días. Un ranchero que abona los versos, como se abona lo que será la sacarosa, el ranchero que imagina el mundo.

Poema 7 de la parte La Ciudad:

Llevo días barriendo la hojarasca del patio
quemando la ropa que olvidaron mis muertos.
Limpié los corredores
                      las habitaciones amargas.
                      Los cuadernos.

Espero que desciendas Me derrumbes Me derrames.
Vivo solo -al día-, los lapices afilados sobre la mesa.
Nada poseo, ni siquiera la esperanza.


Héctor Carreto. Foto por Julio Bravo.

Dana Gelinas se refiere a Zafra como un entresijo de poemas que se sitúan en un solo centro.  El encanto de este poemario, es la elocuencia enamorada de un suspiro, una agitación de la realidad de provincia. Viñetas, tentativas de un soplo que refresque el vivir, sobre muros de reticencia. En la cucharada de azúcar que nos provocará sonreír.   

Poniendo dulce en las hojas. Foto por Julio Bravo.
Dividido en dos Jorge Vega desarrolla en la primer parte del poemario, una instigación al ser humano, de reinventar su historia. "Habremos de reinventarnos/ nombrar las calles una vez más, trazar el barrio./ Nada queda sino los muros abiertos/ cuerpos sin zapatos.../ Nada sino este descaro de seguir,/ esta alegría incierta de sabernos vivos." En la segunda parte, se evidencia que el poeta hace las pases con su padre, con él mismo. "Papá se alejó dando trancos con sus botas gastadas./ Seguí sus huellas hasta que los escuché cantar/ alrededor de unas botellas." 

POETAS. Foto por Julio Bravo.

Por si fuera poco acá les dejamos un poema de Dana y Héctor, ellos por igual son formidables creadores de poesía.

Lápida para una mujer liberada.
por Dana Gelinas.

Como Diana, primero una flecha
al centro de un hombre;
como Penélope,
tejer la tela de araña;
caminar siempre un paso atrás,
como Eurídice;
salir del baño como Afrodita;
leer de noche, como Minerva;
amar a una bestia, como Pasifae;
cultivar en exclusiva la tierra de tu casa,
como Gea;
predecir la infidelidad, como Hera;
memorizar uno a uno los rasgos de Narciso,
como Eco,
todo para morir en tu país
sin que te lapiden...

como a una extranjera.


Honores a Baco
por Héctor Carreto.

No volveré a descorchar una sola botella:
para extraviarme bastará que me obsequies,
apetecible Terapia,
la dádiva de tus uvas gemelas.