Desesperación. Foto por Julio Bravo. |
Entre las mujeres, ¡muy dichoso soy!
Me arrojo, suelto los brazos y son aire; desprendo del piso los pies, vuelan embarcaciones avanzando como péndulo. La visión de mis corneas está partida, por un lado: La Casa Maha y por el otro: Un banquete con tres mujeres.
El límite de la narración no es preciso entenderlo, ¿para qué? Me gusta creer que la sospecha es iniciación, camino elevado, prefiero subir y descender. Tomar rutas, en las que nunca se sepa hacia dónde se va.
Cantautora Osa Rocker, foto por Julio Bravo. |
EL OJO DERECHO.
En el ojo derecho se atisba un individuo, gira en la primera esquina, se aproxima. La mascada nublada de la tarde es un pregón de vicisitudes artísticas. Cada vez más adentro… los muros de la casa vuelven a derribarse, otra vez las tablas se levantan, la madera cruje y se encaja en ella misma. Las paredes que caen siguen su destino, dan espacio; los rincones se convierten en otros rincones. Pasillos grandes y pequeños; callejones que atrincheran libros. Las cabezas que olvidaron el sombrero y, estos que boca a bajo han decidido perpetuar la vida. Ya sentado el hombre en la rustica sala, el espectáculo inicia.
Líe Sam también cantautora, foto por Julio Bravo. |
Desenvueltas las horas en cantos de mujer, poesía y ritmo. La mutación del cuerpo, una fachada hiperbólica en la actuación femenina. Oscuridad y luces, permiten que la ironía, instigue a los hombres de que su papel en el mundo no expira pero padece como punzadas estomacales. Gritos, movimiento. A la sazón la hembra interpreta al hombre, se busca en él, igualdad, justicia. Réproba que se siga manipulando el puesto de la mujer, ella satiriza, quiebra el rostro-espejo del macho. En la casa del arte, la mujer crea su escenario, su pertinencia.
Un poema en un celular. Foto por Julio Bravo. |
EN EL OJO IZQUIERDO.
En el ojo izquierdo el individuo, se ve a sí mismo sentado en el centro de la chimenea, la cual alberga un fuego moderado y rubio. Lo cierran en triangulo misteriosas mujeres. La platica campanea entre tazas y platitos; infusiones aromáticas de salvaje procedencia, suculentos agasajos, donde el mordisqueo es carne rubicunda, jugosa. Palabra con palabra saborean la reunión, y las confrontaciones entre sexos no tienen habitación de huéspedes.
Desolación. Foto por Julio Bravo. |
Candor y vigilia, cuatro simpáticos conversando en la nadería del todo. Resaltan ocurrencias en la vastedad de lo muy poco. El hombre disimulando pregunta ¿es la vida escribir? La señora Esquivel deja la taza sobre la mesa, sacude las migajas de sus manos y responde: “La vida no se sustituye con la literatura ni la literatura con la vida. Sólo quien pretende negar una a través de la otra cae en una contradicción… Sin embargo yo escribo.” Finalmente –aguarda el hombre el silencio de todas- el acto de escribir, al mismo tiempo es el acto de vivir. Deseo yo creer, desde luego que, si ésta institución gemela de cada ser humano, fuera puesta en práctica. La mayoría de nosotros, –para no caer en generalizaciones-, deberá reescribir su vida, concluyo que no hay, entonces, espacio para el olvido, no se debe olvidar la historia universal, ni mucho menos la personal. Ikram cruza las piernas, ensancha los ojos; humedece la sandia que es su boca: “La historia… da voz al tumulto. No es una simple lectura del mundo. Contemplar no es comprender, mirar no es ver, ver no es saber.” Enfrascado en el centro, siempre se puede uno dirigir a donde plazca. Entiendo a Ikram, es lo mismo decir que, no es suficiente con “vivir-escribir” para dar memoria de algo. En ocasiones la razón sobra y el motivo es suficiente, pero ya nada incita a cuestionarse. Inés salta de su silla, se dirige a las brasas de flama tierna, con la cara toda iluminada, versa: “¡Oh siglo desdichado y desvalido/ en que todo lo hallamos ya servido!, / pues que no hay voz, equívoco ni frase, / que por común no pase.” Los ensanchados ojos de Ikram brotan de aguas cristalinas y agrega al juicio de Inés: “El sentido común no piensa, sólo traduce sus necesidades. Es para toda ciencia el primer obstáculo que hay que vencer.” Otra vez Inés toma asiento, enderezada sobre la silla toma un libro lo besa y dice: “Y es que donde no piensa el que es más vivo, / salta el comparativo; / y si alguno dijere que es grosera/ una comparación de esta manera, / respóndame la Musa más ufana…” Responderé a favor de todos y todas, ya puedo imaginarme qué tanto servirán tan ilustres sentencias. Y es más cercano ahora que un nuevo ser pise la tierra, un hombre sensato. Servido ya el chocolate que preparo la señora Esquivel, esta despide la reunión con sus palabras que son pájaros: “El hombre nuevo es aquel que consigue reintegrar a su vida el pasado y las enseñanzas del pasado, los sabores perdidos, la música que olvidamos, las caras de los abuelos, los gestos de los muertos… El hombre nuevo es el que lee en la vida y que lee la vida, que lee la literatura y vive la literatura…” Las miro a todas y, en todas trato de hacer espejo, pero únicamente somos pedacitos similares de nosotros mismos, y eso me agrada aún más. Sonreímos y bebemos dichoso entre las mujeres me siento.
Presentación teatral de Las Ubarry, foto por Julio Bravo. |
Nota:
Las citas fueron sacadas de sus respectivos libros, para
adornar esta alegoría de la reunión.
Antaki, Ikram. En el
banquete de Platón Ciencia. Editorial Joaquín Mortiz, editorial planeta
mexicana. 1997. pp. 9-10.
De la Cruz. sor Juana Inés. Obra poética-Los empeños de una casa. Ediciones Ateneo. 1962. pp. 16-22.
Esquivel, Laura. Íntimas
suculencias Tratado filosófico de cocina. Santillana Punto de lectura.
2012. pp. 11-12.
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