Un tipo llamado Kleinenberg o el enfado del día.
por Julio Bravo.
Ha sido 5K, Fetzan, Free Frogs... un productor que germina al rayo de sonido sideral y crepúsculo. Desde la vieja ciudad de Delft, su tierra natal que ya fue incendiada, destruida, aquella veteranísima de la Guerra de los ochenta años. Sede también de la Compañía de las Indias Orientales, engalana así, como una ciudad de los Países Bajos que permea su visible vanguardia. Su trayectoria ofrece Trance, House progresivo, Tech House... la plasma electrónica de aspavientos y frecuencia mecánica de Sander. Holanda exprimida por su jugo de naranja, eso lo concebí un día: cuando dos rubias tomaban el Zócalo, recuerdo que bajaban las escaleras, recuerdo que bajamos a prisa, detrás de ellas, casi juntos. Embargados en el deseo de una belleza extranjera. Descendíamos adelgazando nuestra espera, mientras el reggae se deslizaba al fondo de la oreja. Casi lo olvido, no vale cometer desfachatez y palabrería, hablamos de ese tipo y no de mí, será acaso esa extrañeza de la poesía por unificar mi rumbo. Sander Kleinenberg considerado un máximo exponente del mundo, su marca, su estilo, aquel esquema de sonoridad igual bochorno quimérico. DJ holandés el pez gordo de la electrónica, viene a México, al Voga Sur este 27 de febrero.
Cuando se pone atención en su música, se encuentra lo inadvertido, el fogonazo estrépito del ruido cósmico. Su manglar de tono activo y bailable. Frenético y fuente crispada. Sofisticado y de un sutil violento, esa otra agalla de permanecer único y total. Su carrera comienza con quince, 1987 le miraba levantarse en arte. Su mezcla es variante y atrevida. Su efecto sonoro de técnica meridional.
Sobre otra forma, se despliega un rubio de ojos verdes turbulentos y barba espesa. Invade mi memoria, me conozco en historia, en ese lapso que entrelaza la lluvia con lo hueco, me persigo desde entonces, hacia final de mi temperamento.
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