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Flesh-N-Bone, amartillando cinismo.
En qué manera llega lo lejano y tardío, expectante espera. Cómo se adviene sobre nosotros la cara y sus contornos, esa forma de vida ajena de cercano, idolatrada. En conversiones y área el artista se completa, se hace propio molde y difunta presencia. Vive flamante y pendiente de ser conocido, admirado y variable. Tan chocante intromisión habla la jerga urbana, no eran todos, aparecían faltos y por ratos despreciables, un Bone Thugs N-Harmony huido por todos, esquelético deplorable, falaz y con entusiasmo de callejero. Un concierto ramplón y deshonesto, presencio aquel ferviente firme del Hip Hop, el fastidio hacia mella en todas las caras de la banda congregada. El espacio del Condesa albergaba humo y nostalgia; los años noventa gloriosos que dieron de comer al niño, al joven y al pendiente de un ritmo duro.
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Wish Bone montado en guardia.
Los raperos de Cleveland me hicieron recordar el aguante de los presentes, por vez primera disfrute al publico, cada uno de ellos me surgía una historia con su temperamento, su vinculación al rap por crecer en la calle, tirado de vago y sin quehacer. Una juventud que encontraría cuatro elementos a disposición suya, para servirle de fundamento y creación. Viré años atrás y recordé mis gustos por el rap de los negros y su influencia al mundo, hacia la cosa mundial para lo que el Bronx y las urbes norteamericanas era su testimonio de vida. He aquí un movimiento de contracultura con raíces negras, bañadas de sangre, violencia y supuesto lujo. Las otras partes del mundo lo adoptaron{ bien o mal, pocos lo saben, al final la sala oscura y semi nimbada del Plaza Condesa servia de gran callejón para los asistentes. Una fiesta con sabor a hierba, refresco helado y nachos fríos, pelones tumbados y con gafas, lo más destacado del barrio. Confieso que el concierto sirvió para juntar a los camaradas, estaba seguro que provenían del vecindario, gente seria en portar la bandera del rap.
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Militante Flesh-N-Bone presente alerta, foto por Julio Bravo. |
El animo nunca decayó, durante la tardanza, dos de ellos amagaron el micrófono, después tantísimo de haber escuchado nuestro rap nacional, queriendo decir a bien que mucho antes Tribu mala comenzaba una velada que auspiciaba el éxito jamás germinado. Seguía la banda Bastón con sorpresa de montarse en tarima la Vieja Guardia, algunas rimas del bastonero prendían buen amague del mejor rimadero, digamos que solapo de panza una noche floja, para la armonía de los esqueletos. La llegada de L-Burna mejoraba aquel áspero concierto con descaro de pista, es cierto, se escuchaban claros y armónicos, deambulaban con energía y vitalidad sobre el escenario. Salvaron su pellejo tras la decepción de mostrarse amputados e impuntuales. Aún así, la espera lo valió por ciento, aquellas leyendas que hicieran colaboración con Eazy-E y 2 Pac, reafirman que el Hip Hop resiste ante la modernidad, calzarte los tenis indicados, la gorra al estilo pandillero.
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Esqueleto Wish Bone persiste, foto por Julio Bravo. |
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