domingo, 17 de julio de 2016

Siempre un buen libro.

Libro y calavera, foto por Julio Bravo.


ÍCARO LECTOR.

Julio Bravo.

Caifás y la novela triste de amor; encomiendo mi trabajo de letras con ventaja de amagar palabra y elaborar bosquejo. Nombro ahora a Eliseo Alberto y su libro que ya he inventariado. Aquel que cuenta un circo: pesa aquella novela y vive exitosa de diseño; profunda y amarilla edición equilibrista; ahí en el verde crepúsculo de Librería Icaria con su apapacho intimo, la hallaras entre sus libreros y tuya podrá ser con el mínimo deseo. 

Lo que tienen aquellos estantes de letras encapsulados en rectángulos; los muros de la casa lo cantan; lo repiten bajando y subiendo las escaleras con sus nombres; junto a la vida de los hombres y mujeres; junto con su mención el eco y ése estar presentes. Gurús del protagonismo. No fatigados de permanecer de pie para ser leídos y después domados. Libros y seres con ánima; creadores que encuentran sus hijos. Quien acuda a Pitágoras 446 los conocerá, suyo será el aprecio de encontrar a Günter Grass sobre la repisa alfabética y saber que Jesús Becerra en alguna revista de 1993 de la Universidad de México cree entrever una comunicación literaria de la novela La eternidad por fin comienza un lunes de corriente hispanoamericana con la obra de los novelistas alemanes, de igual manía quizá, Hernán Pino afirma que la obra de Eliseo Alberto proviene de la tradición de otras plumas, hereda de Gabriel García Márquez lo que llaman el realismo mágico. 



El grueso de la novela es una encantadora trapecista de inigualable dicción y sintaxis. Setenta personajes y de ellos Tartufo “el Turco” Kreimer domador de leones en el Cinco Estrellas. Aquel león icónico “… quedó acreditado para siempre en la tablilla que el mago clavó sobre su tumba…” Goldwyn Mayer murió una tarde de domingo indigestado de un fruto podrido y el fétido olor en su pajarera con el llanto de su amigo; Mohamed el domador que venia en el trato de la venta a precio de bicicleta. Realidad y fantasía se constriñen en un relato que a sí mismo se sorprende y llena sus historias con inmensa literatura; los recuerdos son presentes y el pasado es futuro y así Eliseo Alberto cubano con mágica prosa; presenta el espectáculo de vanguardia línea por línea, mientras canta al amor de Anabelle Miaskouski bailarina vestida de cisne negro.

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