La banda Peregrino realiza la apertura de la Fiesta de la música en el museo del Chopo. Foto Julio Bravo. |
La fiesta de la música en México
2018
Julio Bravo
El
infierno en un día; pálido y lluvioso; incrustado en la fachada triste de la
urbe, día tallado en trabajos que escamotean la consistencia de una piedra
caliza nombrada recuerdo. Memoria de lo vivido entre bajos y altos relieves de los
muros de la capital, constancia del presente y el pasado alternando minutos
consecutivos como torrenciales que labran la prosa de una lectura a ciegas; de
un encuentro con el ayer y el ahora, mezclado con ciudadano y ciudad.
El renacer de la fotografía y el texto
en un ardid para encender fogatas, para contar lo sucedido. Así, incautos ojos
que persiguen estos párrafos, créanlo o no, pese a todo, uno se empapa siempre
que la lluvia redobla sus gotas sobre nuestra corpórea insignificancia. Aquí,
digo lo que no se escribe pues la evocación tripula veloz y los parajes se
intercalan con el girar del destino de los libros y la foto, para así surcar
por fin en algo más amplio y fortuito.
Sátiros la segunda banda de Funk fusión que se presentó en el Museo del Chopo. Foto Julio Bravo. |
La
furia no disminuye en ardientes días infernales, puesto que el mundo, nuestro
sitio, nada transparente en ocasiones e indiferente, va desprendiendo láminas
milimétricas de recordar y vivir. Lo que apunto con escasa claridad, está
referido a un viernes frenético por quedar convertido en quincena y aguacero.
Por ser especialidad de la fantasía que se entreteje con trabajo y sueño
cumplido.
Lise la cantante francesa que cerró la noche de la música. Foto Julio Bravo. |
La
fiesta de la música estalló -un festín
donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones-; no sin
antes, retirarnos la ropa mojada, comer tostadas de tinga y salir al distrito
(D.F.) buscando taxímetros no alterados con choferes afables. Rememorando al
poeta Rimbaud cursivas arriba, uno comprende aquella alma revolucionaria del
pueblo francés.
Empero, para los extraviados de ruta,
¿qué es, cómo y dónde nace la fiesta de la música? Ésta fiebre sonora se gestó
en Francia en un acto de libertad como acción para escrudiñar los arcaicos
esquemas de la segregación, es decir, la finalidad era quebrar la censura,
aquel mal de establecer tú sí y tú no con una tiranía irreductible.
Esa llave es la caridad,
así nació la fiesta de los sonidos en París, con una filosofía simple e
incluyente; un evento musical gratuito, donde los músicos tocan por voluntad
propia y el público disfruta una mezcla de bandas y géneros que apoyan la
premisa del acceso libre. Sin fines de lucros, con lugares al exterior y foros
cerrados que deciden resguardar en su recinto la generosidad compartida. El 21
de junio en las calles de Francia y ahora de México y otras partes del planeta;
la música se apodera de las plazas para manifestar diversión y diversidad: un
día para trastocar el silencio, el rumor cotidiano y mutar el solsticio de
verano por un día que permita escuchar nuevos ritmos que agradecen la
revolución de la armonía musical.
Si
se indaga en el sentido humano e histórico, podríamos ligar la fiesta de la
música moderna, con un festejo semejante a la celebración-culto de la antigua
agricultura. Festejo para vitorear por los aires una guerra en contra de todo
lo silente, contrarrestando el silencio con ruidos armónicos y estridentes,
para hacer florecer los frutos de la emancipación del ruido melódico.
Folk, Rock y Blues en una fiesta multi sonora. Foto Julio Bravo. |
El museo universitario del chopo a vuelta de rueda con los estragos de la mugre y los baches como nidos de agua. La impaciencia por llegar a tiempo es una lenta letanía que logra enfadar a los más optimistas. Incluso con la hora ya desvanecida del retardo, uno alcanza a llegar justo en el comienzo. Allá se vislumbra las torres afiladas del museo y, en cosa de nada ya se está adentro de su fresco foro en penumbra, oyendo como los músicos afinan su instrumento.
El voluntario fotógrafo y de aquí
redactor llegaba tarde con el milagro de tener tres ojos en uno que congela, al
instante la satisfacción contrajo nupcias con la oscuridad y apresure a
colocarme la cámara al brazo igual que una serpiente saudita se enrolla a la
epidermis del encantador.
PEREGRINO
emergía de las rojas luces y con celeridad disparé instantáneas a los
intérpretes; buscando entender su propuesta que ya se hacía con el auditorio
entero. Folk, Blues y aquella voz matizada con rasgos de Grunge, permeaban en
mí esa sensación sanadora de estar en el lugar indicado con la atmosfera
idónea. Ellos tocaban con una saturación de verdes, azules y naranjas. Azul
fuerte del mejor Blues salía de las cuerdas de la guitarra de Eric Miller; la raíz
del Rock se expandía, y es al Rock a quien se le debe la popularización de un
ente cosechado en los campos de Memphis y vuelto universal por el corazón
afroamericano. Peregrino tiene en su base artística un espíritu ancestral de la
tierra norteamericana que expele con profundidad y acento folklórico, el vocal
Jairus Mcdonald parece desprender de su canto a la liebre, al cactus y al
zorro; brotan de su pecho ingentes rocas y desiertos que hacen escuchar un
sonido salvaje en un Country de una ejecución depurada. La formación completa
de Peregrino ilumina el escenario con José Grageda bajista y coro, por último
Ian Vázquez al fondo en la batería tocando con una fuerza animal.
Una de las bandas mexicanas de Funk más potentes. Foto Julio Bravo. |
Acumulando
tonalidades cromáticas y compases, mi lente captura las posturas del
chico-guitarra y del hombre-bajo. El calor se concentra entre los asistentes y
no hay furor más estrepitoso del que sudar haciendo las cosas que amas.
Los
pies de los espectadores en Buenavista y sus ánimas contagiándose de la fiesta
parisina, las palmas, los gritos celebran sin cesar lo diverso. Así entra SÁTIROS un grupo nacional con fusiones
del Funk, el Soul y características rítmicas del Jazz. Aquí, en ésta dimensión
abierta del tiempo, la cuarta cuerda del bajo golpea con firmeza, el saxofón se
pronuncia con ímpetu y la voz femenina nos cuenta historias de nuestro México. Ya
no existe motivo para no pasarla bien, todos en una misma unidad nos volvemos
cómplices y la misión de combinar una banda con otra borra las diferencias
que pudieran afectar a la no tolerancia. Los músicos, hijos de la patria
mexicana no se detienen, armonizan el territorio del Chopo y cumplen con la
tarea de enriquecer los oídos. Con cuernos y la tiara de flores, Sátiros me
remontan a la vieja escuela del Rock en México. La nostalgia ingresa a mis
sentidos y pienso en Santa sabina, en la Castañeda y vuelvo a creer que nuestra
juventud, siempre podrá recurrir a sus mentores y demostrar que todavía hay
mucho que tocar. La fluidez de un grupo y otro no dejaba de acrecentar
la sorpresa y el turno final, apenas y podía resistirse.
Lise la nueva Diva del electro. Foto Julio Bravo. |
Electro pop francés.
LISE,
bajita y menuda, con la coleta negra de lado, instala teclados y demás
aparatos. La sombra se hace más estrecha en el centro del templete y sólo vemos
a la chica francesa conectar cables; ir y venir de un lado a otro, causando
mayor revuelo sobre qué show será con el que la fiesta de la música decide
cerrar.
Minutos después Lise sorprende las
miradas con un atuendo brilloso de lentejuelas doradas y tacones traslucidos.
Atónito el gentío se deja transportar por una voz dulce y ruidos sampleados;
sintetizador en mano y una artista que para muchos era desconocida y para
algunos más sonaba como de antes, es decir, como si ella nunca hubiera dejado
de sonar en nuestra mente. Pues su talento al cantar se nos transforma
familiar. Hablo con esta peculiaridad, respaldado por todos los que nacimos y
nos alimentamos de la época de los ochenta. En Lise es maravilloso advertir
esos sonidos al estilo de un videojuego y virarnos de inmediato a la balada de
la canción francesa. La polifonía es un juego de luz y el
canto nos estremece, nos arrebata para seguir con gratitud una de las noches
más largas del verano.
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