viernes, 3 de agosto de 2018

El reggae y el ídolo, una música que canta revolución.

Marlon James escritor de Jamaica. Foto por Julio Bravo.


Libro incautado
Julio Bravo

El corazón de la mañana abre su cáscara como portales de la felicidad. Tengo un alma ardiente (viejo fogón de barro donde se cocina el cariño por el Sol), asumo entonces, en mí, un espíritu de llamarada creciente y he de admirar los días en que el astro rey solar lo embellece todo.
          Sin embargo, esa luz diáfana queda allí, puesto que una vez que se ha tomado el libro, éste te atrapa por el cuello y... en ese espacio una garganta degollada hace trescientos años y una muerte en la cuna de hace dos minutos son lo mismo... Aquí,  Marlon James con estas palabras nos tuerce y mi amor por la playa y el mar, es volcado para apretujar las entrañas. Sí, aquel paraíso de nubes y palmeras con brisa marina nos va despellejando en el interior. Su libro Breve historia de siete asesinatos es una lectura que logra bajarnos la guardia, apunta con arma cargada y pone en dilema la vida.


Un texto de voces variables. Foto por Julio Bravo.


El tiempo, la muerte de un sopetón;  llegan, anidan en una especie de escozor y nerviosismo que la piel no deja de sentir con tal agudeza en este día brillante para al segundo siguiente oscurecer. Ahora escribo inseguro, con esas palabras  que remueven la certeza de vivir como una fatalidad de la existencia. Los vivos esperan a ver qué pasa porque se engañan a sí mismos creyendo que tienen tiempo. Los muertos ven que pasa y luego aguardan.
          Jamaica en tinta negra sobre blanco; la historia de un pueblo que padece la violencia, la pobreza y el hambre... Setecientas noventa y dos páginas cantan la fúnebre leyenda del intento de asesinato a Bob Marley y, aquella época de pandillas, de corrupción política en la isla más famosa por tener al rey del reggae y el uso constante de la mariguana. Este texto de Marlon James no sólo personifica los males de un país plagado de mafia y desigualdades sociales, no, también es un discurso alejado de celebrar la paz paradisiaca de sus atributos naturales y a su misma vez contempla con ojos recientes el uso desmedido de las drogas. Testimonio que petrifica y abunda en cómo una sociedad constreñida, solventa reformar su identidad en los estragos del bajo fondo de sus calles.
          Ya podemos entrar en materia de barrio, y es ahí donde yace el ánima más poderosa de la isla que es la música; su cultura moderna que proviene desde el Ska hasta el Reggae, así, se redactan los más años sangrientos de Jamaica.


Lecturas que sobrepasan expectativas. Foto por Julio Bravo.

Marlon James ganó el premio booker 2015 con esta novela donde desprende una prosa verbal de variabilidad majestuosa. Cuenta ahí, los vicios, las virtudes de los hijos caribeños de la América insular. No se trata del libreto de una cinta de cine, sin embargo, el traqueteo textual de la metralla de James rasga ese edén de montañas verdes como si saliera en tercera dimensión de la pantalla. El lugar cálido y húmedo es propenso para la muerte de otro soñador que desea la libertad y ser feliz en su tierra.
          Callejones y espesa selva donde crece la hierba sagrada del creador; humo alegre se alza, corre de boca en boca, de mano en mano quemándose y adentro del que fuma es catapultado a la visión de los dioses. Música del gueto inspira la calada profunda enrojeciendo los corazones aprisionados por el odio; por quedar fuera de sí en un territorio menospreciado que desde la temprana infancia le ordenaron llamar casa. Los delincuentes son los niños perdidos de la comunidad, los criminales son los jóvenes del histórico sitio de Kingston y sus alrededores. Separados de un terruño que debería gestionar las posibilidades vitales y económicas, su hogar sólo ofrece el crimen, defunción su ciudad. Nos dedicamos a esperar... Matamos por dinero. A veces a un men lo liquidan porque a otro no le ha gustao cómo lo miraba. Y pa matar no hacen falta razones. Esto es el gueto ¡eh! Las razones son pa los ricos. Nosotros tenemos locura.
        Esta realidad aquí ficcionada en Breve historia de siete asesinatos, revela el brutal contra sentido de existir, ya que responde a reglas de un habito oscuro que busca en la sangre, en el poder y el dinero fácil, una respuesta satisfactoria para sentirse vivo. Jamaica región de pandillas, sicarios, políticos sucios, todos ellos comparten el mismo destino, la muerte segura por pistola. Cuerpos de pandilleros que revientan como globos pinchados al recibir cincuenta y seis balazos. Sobre esta atmósfera aterradora, en las líneas de tan increíble libro editado en el sello de Malpaso, con un trabajo de traducción impecable a cargo de Javier Calvo y colaboración de la escritora Wendy Guerra; comenzamos por atisbar las luces y sombras que dominan las acciones, perversiones humanas que germinan en el individuo en sociedad. Muy a pesar de la saña, de la malevolencia con la cual se perfilan los personajes del libro ganador del premio booker, visualizó una tesis que abunda en una posible escapatoria de estos padecimientos criminales en los que los engendros que por razones propias o ajenas deciden transitar en la ruta de la mentira, la estafa y el juego terrible de los matones. Esa vía de fuga es la música; el arte de tomar el instrumento y el canto para excitar el ánima de la raíz de la tierra, de su habitante para ser el propiciador, el liberador de esos sonidos ancestrales que son amor, unión y paz... ...queríamos ir a un estudio y grabar mi tema y cantar hits y usar la música para salir del gueto.     

Un libro sobre música, sociedad y crimen. Foto por Julio Bravo.

Nota: Las letras escritas en cursivas, son fragmentos de la novela de Marlon James, “Breve historia de siete asesinatos”.

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