El universo de Sumeria. Foto Julio Bravo. |
Desde lejana odisea
Julio Bravo
Sencillo:
buscando encontraras, el encuentro es hallazgo; quizá por lo menos desentrañar
aquello recóndito. Aún en la simpleza de descubrir para obtener evidencias,
conocer el mundo y sus complejidades es espinoso, llegar a la verdad junto con
sus misterios no es una hoja de papel que se dé la vuelta para seguir averiguando.
La sencillez es la decisión irrefutable de esclarecer el arcano.
Largo ya es lo acaecido durante
millones de años en el transcurso del hombre y mujer en este girar de ciclos en
la tierra. Poco o mucho se sabe desde el primer día de los tiempos. Hoy, siguen
brotando del subsuelo restos, ruinas; artefactos de quienes un día habitaron el
planeta.
El autor Zecharia Sitchin una figura de contrastes. Foto Julio Bravo. |
La
información de la historia universal tiene su propio movimiento; cambia de
dirección mediante las distintas interpretaciones de los estudiosos, trueca su
destino porque nuevos documentos salen a la luz y entonces hay que reescribir
su continuidad. Es decir, se mueve entre traducción, conocimiento general y la propia
aproximación del investigador que trata de revelar su secreto. En tiempos
modernos existe una actitud incrédula, cuasi innata, puesto que acceder a la
esencia más pura de lo ¿qué somos? y ¿de dónde hemos llegado? procede de la
dificultad de creencias, de datos y fuentes que de un momento a otro dejan de
tener credibilidad.
Zecharia
Sitchin es el hombre, científico, historiador, periodista, traductor; los
motes serán invariables para describir a uno de los autores que promovió el
creacionismo alienígena o, más conocida como teoría de los antiguos astronautas.
Lo único real sobre Zecharia Sitchin
es su obra en torno a la civilización Sumeria; escribió muchos textos, su vida
fue puesta al servicio de indagar en los supuestos dioses llamados Anunnaki, afirmaba a éstos como los
verdaderos seres extra-terrestres, quienes vinieron a nuestro planeta azul por
oro, para llevarlo a su mundo Nibiru y poder así, ayudar a que su atmósfera
tuviera un equilibrio climático.
Dioses astronautas, transformadores
por medio de ingeniería genética del homínido en Homo sapiens. Aquí nada es y
todo sí, debemos ahora, trajinar con pies de plomo. Ésta figura de charlatán a
sabio puede suceder de una pisada a otra. Si nos recogemos en la evolución
humana, el testimonio es el arma. El mito y el testamento son las fuentes
ineludibles de lo que alguna vez fue cierto; estos usos y costumbres de la pre
historia podemos referenciarlos como: textos ancestrales, pinturas rupestres,
tallados escultóricos en piedra, todos ellos, constituyen un contenido casi
fidedigno que en su interior guardan los relatos, las claves; documentos
narrativos simbólicos que a través de su codificación representan un suceso
histórico real.
Uno de los infinitos libros que hoy en día se descubren. Foto Julio Bravo. |
Ingresar
a la región de la mitología, de las leyendas y cosmogonía de culturas
antepasadas es primordial; la mayor de las
veces, éstas supuestas ficciones arcaicas confieren una comprensión que
estriba en las lindes de la realidad. Quién no conoce la prístina batalla de
Troya donde Aquileo demostró ser el guerrero más temible de los aqueos. Homero,
sería el autor que legó para la posteridad la historia de la Ilíada. La mismísima Biblia, sagrada para sus creyentes, es
el resultado de una serie de escritos reunidos de pueblos añejos que se
condensan en uno solo. La epopeya de
Gilgamesh es un poema de portentosa calidad artística; allí se nos cuenta sobre
este rey-héroe similar al Hércules griego, el texto de Gilgamesh está
relacionado con las tablillas de arcilla sumerias encontradas en la ciudad
asiria de Nínive, actualmente Irak, y en aquellos relatos de milenios pasados el
narrador nos habla sobre los primeros moradores de la tierra, sobre el diluvio
y demás situaciones que parece ahora, fueron recogidas para re interpretarlas
con otros nombres en otras civilizaciones.
Asimilando las perspectivas aquí
expuestas, se vuelve claro percibir una especie de fusión en las crónicas
vetustas, es decir, si volvemos la mirada a La epopeya de Gilgamesh, la similitud es cuestión sólo de
conjeturar, comparar un argumento con otro, así hallaremos el paralelismo.
Ahora bien, vayamos al evento del diluvio, la versión Sumeria dice: Utnapishtim dijo a él, a Gilagamesh: Te
revelaré Gilgamesh una materia oculta y un secreto de los dioses te diré:
Suruppak [ciudad que tú conoces... en las riberas del Éufrates], los dioses en
su interior... impulsaron a los grandes dioses a suscitar el diluvio.
Siguiendo el texto, a Gilgamesh le es confesado por Utnapishtim que los
siguientes dioses Anunnaki en asamblea exhortaron a Utnapishtim lo siguiente: ¡Demuele esta casa, construye una nave!
¡Desiste de bienes y mantén el alma viva! A bordo de la nave lleva la simiente
de todas las cosas vivas. El barco que construirás, sus dimensiones habrá que
medir. No hay más que atestiguar éste relato y confrontar con el suceso
bíblico en el que Dios padre todo poderoso, encomienda a Noé erigir una barca y
meter ahí a todos, hombres y animales para preservar la vida y a su pueblo.
En el El libro perdido de Enki
del escritor Zecharia Sitchin, el autor y erudito en lenguas pretéritas,
traduce el relato autobiográfico de un dios sumerio, Enki hijo de Anu, el cual
pide al escriba Endubsar deje escrito en tablillas la historia que durante
cuarenta días y cuarenta noches Enki va a relatar.
Vamos, si nuestro escepticismo es aún
amplio, seguirá siendo la constante que impida creer su veracidad. Entonces,
supongamos encontrar la analogía, en lo que ya hemos apuntado, las relaciones
entre textos sumerio y hebreo, para poder entender la lectura que Sitchin
interpreta de Enki. Ahora bien, Enki se nos vuelve el Dios omnipresente y dador
de toda vida en nuestro planeta tierra, por consiguiente Endubsar, el elegido
para plasmar en tablillas la información de Enki/Dios, sería en términos
representativos Moisés del antiguo testamento. Sin más detalles, estas
contraposiciones nos acercan a la verosimilitud.
Alejado de concretar la obra de Sitchin como un descubrimiento histórico que podría cambiar la manera de entender nuestra humanidad. Pensemos en la lectura de su libro como otra forma de narrar la creación; un mito alejado de la ortodoxia cristiana o católica. Gocemos el texto de Zecharia despegándonos del puritanismo y, disfrutemos de El libro perdido de Enki como un relato más que demuestra la capacidad de las antiguas culturas para crear memoria.
Una epopeya más de las antiguas civilizaciones. Foto Julio Bravo. |
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