jueves, 30 de agosto de 2012

Escarbamos en la memoria.

Los sueños de la muerte. Foto por Julio Bravo.




La ruta de lo visible.
Por Julio Bravo.

“En su perdurar nocturno el espacio de la oficina se abre prácticamente hacia el infinito, donde el tiempo se ha detenido en una extensa noche sin tiempo”. Cuando me he puesto a reflexionar sobre la literatura, siempre termino en eso que dice el cuento de El hombre de la penumbra, -citado más arriba-. La soledad y el tiempo, pareciera que conspiran en un oculto misterio; haciendo que las cosas y los hechos tomen una calidad de secreto que va coqueteando con nosotros. Considero que los espacios vacíos, incluso los repletos de algo son una fuente que reluce a los ojos del deseo, es decir que, un lugar lleno de objetos o desértico provoca descubrir: qué o quién vivió; cómo y por qué pasó por ahí. Muchas veces las historias se encuentran a la vista, quizá en una reunión de fin de año entre banqueros o en un desván amueblado donde curiosamente la marca de un plumón de agua en la pared ha abierto una grieta enorme. Así pues, deduzco que el arte está en los ojos de los que en verdad quieren ver, escuchar y oler en su debido caso.                                                  

Los cuentos de Samperio se aman o se odian, cualquiera de las dos situaciones tiene su encanto e intensidad. Ahora bien, se aman por que es muy fácil encariñarse de los cuentos; en ciertos momentos los personajes saltan y nos hablan con su verdadera voz. La historia en ocasiones se nos vuelve tan propia, tan nuestra que parece que nos arroya la gloria o el sufrimiento a nosotros los lectores. Y nos resistimos a creer que aquello de lo que somos parte, únicamente vive en las páginas de un libro, como no recordar con ternura a don Chucho abandonado por la Gertrudis o con pena ajena comprender a ese Pelón. Pienso que todo esto es así por la gran humanidad impregnada en ello por Samperio. Otros cuentos los odiamos por su mordacidad, por su intelectual esencia, por su desorbitada sinrazón; una locura que nos arremete contra la pared. Acostumbrados a las películas y algunos libros predecibles, Samperio nos saca de rumbo cuando quiere. La sagacidad de estos cuentos nos sumerge en el imaginario universo del autor donde todo es posible y nada es lo que es.                                                                                                                                     

Me parece que la lectura atinada de Sueños de escarabajo antología de cuentos, publicada recientemente por el FCE nos remite a muchas lecturas; a encontrarnos sorpresivas narraciones donde los personajes se expresan abiertamente. Anhelos y obsesiones se funden para gritar el reclamo de la inconformidad o la alegría. También existe la música como proveedora de sueños, sensaciones, delirios; una seducción que nos arrebata a participar como testigos del cuento. Lo que tampoco puede dejarse a la deriva es que este libro sólo sea de cuentos, no. En él se encuentran reflexiones sobre el mundo y el hombre, en la mayoría de los textos vemos reflejada nuestra sociedad, nuestro comportamiento en diferentes estados emocionales en situaciones incomodas. “Miras en tu cabeza una cola a la entrada del museo, cada persona carga una bolsa de recuerdos, de vida detenida, de pensamientos y sueños, de hechos que se imaginan en vigilia”, por eso antes decía que las historias están en todos lados, cada ser humano tiene un cuento –que deba ser contado o no, es diferente-, pero la realidad es que leer nos humaniza y nos hace libres. “Esta tarde quiero meterle el abrelatas a mis palabras, abrir de cuajo esta vida que cargo hace tantos años, y todo para descubrir detrás de mis frases esa otra manera de seguir viviendo, de sobrevivir, de morir”. Esta cita da paso al cuento de Otra casa, acaso no hemos pasado por esto; cuando sentimos la derrota del ayer entendemos lo que fuimos y sabemos que en el interior se encuentra ese otro ser. Lo que me viene a la mente ahora mismo es ese poema de Neruda donde al igual que Samperio, los versos interiorizan al hombre a no renunciar. Escribí, escribí sólo para no morirme. Entonces la labor del cuentista no sólo se basa en contar una historia, sino también para alimentarse; creer que las palabras siempre nos rescatan de la perra vida. Pero no todo es desgracia y desamparo, igual lo cómico, la ironía de lo vivido toma su disfraz de chiste, sarcasmo que nos convierte en bufones. Las múltiples aristas que Samperio genera en sus páginas son confortables, hasta podría sumarse una lectura de teorización del cuento, confió que algunos secretos de la escritura deliberadamente los comparte Samperio.                             

Como ya dije, es muy fácil perderse en el mundo de Samperio. Por experiencia asumo que no del todo. En la vida diaria uno se encuentra varado y sin entender nada todo el tiempo, en cualquier lugar; ¡a poco no!, respóndanse ustedes, no sería increíble permanecer atrapado en el relato de la literatura. Vivir rodeado de esa dimensión donde dragones violetas vuelan sobre nuestras cabezas, como lo hiciera una mosca mientras comemos.

Nota: Las citas marcadas en negritas, fueron tomadas del libro Sueños de escarabajo antología de cuentos y el verso de Pablo Neruda de su poema Oda a la envidia.   



La muerte también sueña. Foto por Julio Bravo.







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